El Halcón es esa joyita de barrio que no necesita marketing porque se sostiene con lo más puro: buena comida, precios justos y alma de bar posta. Ubicado en plena Rivadavia, al toque de la estación Floresta, es un clásico que resiste con dignidad al paso del tiempo.
La milanesa es un escándalo, las papas vienen en montaña y la cerveza siempre fría. Hay mozos que te tiran buena onda sin caretearla, y mesas llenas de historias: gente que se conoce hace 30 años y jóvenes que descubren el lugar por primera vez. Lo viejo y lo nuevo conviviendo en paz.
No vas a encontrar platos con nombres raros ni negronis con humo: acá se viene a lo concreto. Guisos, empanadas, sánguches, fainá, y todo eso que cura el alma. El Halcón es Floresta puro. Si querés barrio, historia y comida que llena en serio, acá aterrizás bien.