Lo de Lucas no es un restaurante: es una declaración de principios. De esos lugares que no te quieren impresionar con lujos, pero te ganan por el estómago y el corazón. Parrilla bien plantada, sin vueltas, con el fueguito siempre listo y la carne en su punto justo.
Las porciones son abundantes (acá nadie se va con hambre) y la calidad es pareja: desde la entraña hasta la provoleta, todo sale con esa simpleza que reconforta. El chimichurri pica lo justo y el pan te hace la previa como se debe.
El ambiente es familiar, relajado, con ese clima de domingo perpetuo. La atención es cercana, sin chamuyo, pero con calidez de barrio. Ideal para cortar semana o festejar sin que te maten con la cuenta.
Lo de Lucas es parrilla con alma en zona norte. Si buscás carne, verdad este es tu punto de encuentro.